jueves, 24 de febrero de 2011

La flecha bruñida

La flecha bruñida

“1 ¡Oídme, oh costas, y atended, oh pueblos lejanos! Jehová me llamó desde el vientre; desde las entrañas de mi madre mencionó mi nombre. 2 Hizo de mi boca una espada puntiaguda; me cubrió con la sombra de su mano. Hizo de mí una flecha bruñida; me guardó en su aljaba. 3 Y me dijo: "Mi siervo eres tú, oh Israel; en ti me gloriaré." 4 Pero yo dije: "Por demás me he afanado; en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas. Sin embargo, mi causa está con Jehová, y mi recompensa con mi Dios." 5 Y ahora Jehová- quien me formó desde el vientre para ser su siervo, a fin de hacer que Jacob volviese a él y lograr que Israel se adhiriera a él, pues yo soy estimado en los ojos de Jehová, y mi Dios es mi fortaleza— 6 dice: "Poca cosa es que tú seas mi siervo para levantar a las tribus de Israel y restaurar a los sobrevivientes de Israel. Yo te pondré como luz para las naciones, a fin de que seas mi salvación hasta el extremo de la tierra." 7 ¶ Así ha dicho Jehová, el Redentor de Israel y el Santo suyo, al de alma menospreciada, al abominado por las naciones, al siervo de los tiranos: "Los reyes lo verán y se levantarán; también los príncipes, y se postrarán, a causa de Jehová, quien es fiel, y por el Santo de Israel, el cual te escogió."” (Isa 49:1-7 RVA89)

La palabra “bruñida”  en hebreo  ררב barar significa escogida, seleccionada, purificada, pulida, limpia, brillante, algo que fue limpiado y hecho brillante, algo que fue probado o examinado previamente.

Usualmente el arquero hacia sus propias flechas, la mayoría de las cuales eran hechas de un palo de madera rectificado. Pero había una flecha especial. Esa era una flecha de metal, posiblemente bronce. Era sometida al fuego que la ponía al rojo vivo y luego puesta sobre el yunque y golpeada una y otra vez con el martillo hasta que el metal de la flecha se hacia tan recto y derecho  como el yunque que lo moldeaba. Esa flecha era pulida y pulida quitando todas las imperfecciones y durezas hasta que llegaba a ser una flecha brillante. Era por decirlo así una obra de arte. Ahora bien, el cazador no usaba su flecha bruñida en cualquier presa sino en una presa especial. De antemano el arquero cazador había predefinido que su flecha bruñida, su flecha especial iba a ser para una presa específica. Muy a lo seguro una presa no pequeña o una presa muy codiciada. Que hermoso cuadro de nosotros y la voluntad de Dios específica. Dios tiene una voluntad específica preparada para ti y tu eres como esa flecha bruñida. Primero debes ser sometido al horno del fuego de la prueba por un tiempo hasta que el metal se refine y salgan las impurezas, luego estando al rojo vivo todavía se te golpeará en el yunque hasta que tomes la forma del yunque, hasta que seas enderezado y corregido y te conformes a la forma del yunque. Aun después de esto debemos ser limados, y pulidos de impurezas menores hasta que podamos brillar. Aun así, aunque la flecha ya este acabada y lista, el arquero muchas veces no la usa inmediatamente en una presa, aunque tal vez si la ensaye disparándola unas cuantas veces hacia una bolsa de paja para probarla. Pero puede ser que no la use en una presa sino que guarda la flecha en su aljaba, es decir, en esa bolsa que llevan los arqueros con sus flechas. Mientras estaba en la aljaba, esa flecha bruñida seguramente vio pasar muchas otras flechas de madera que fueron usadas antes que  ella. Y quedó sola ahí esperando largo tiempo a que el arquero la usara. ¿Acaso el arquero se olvidó de ella? ¿Acaso ya no le aprecia? De seguro pensaría: "¿Para que el arquero se tomó tantas molestias y trabajo en formarme si no me iba a usar?" Pero no, el arquero no se ha olvidado de ella. Sino que el arquero no gastará su flecha escogida en cualquier presa. El está esperando el momento preciso, el instante correcto donde aparecerá la presa esperada para usar su más preciosa flecha. Así que no te salgas de la aljaba, quédate en el lugar que Dios te puso a esperar hasta que aparezca la presa correcta.


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